2-Corintios 13, 1 - 14

[1] Esta es la tercera vez que voy a verlos, y todo asunto se decidirá por declaración de dos o tres testigos. [2] Ya se lo dije, y ahora que estoy lejos se lo repito como la segunda vez que estuve allá: cuando vuelva a visitarlos no tendré piedad. Que lo sepan tanto los que vivieron en el pecado como los demás. [3] Así podrán comprobar que Cristo habla por mí. El no se muestra débil con ustedes, sino que más bien actúa con poder. [4] Si bien su debilidad lo llevó a la cruz, ahora vive por la fuerza de Dios. Así también nosotros compartimos su debilidad, pero viviremos con él por el poder de Dios que actúa en ustedes. [5] Examínense y vean si permanecen en la fe. Pruébense a sí mismos. ¿Están seguros de que Cristo Jesús está en ustedes? ¿Y qué, si no superan la prueba? [6] Espero que reconozcan que nosotros no estamos reprobados. [7] Pedimos a Dios que no hagan mal alguno, no para quedar bien nosotros, sino por ustedes, para que hagan el bien, aunque quedemos mal nosotros. [8] Pues no tenemos poder alguno contra la verdad, sino sólo a favor de ella, [9] y nos alegramos cada vez que nos sentimos débiles y ustedes fuertes. Y pedimos a Dios que ustedes lleguen a la perfección. [10] Todo esto se lo digo desde lejos, para no tener que mostrarme duro entre ustedes con la autoridad que el Señor me dio para edificar y no para destruir. [11] Finalmente, hermanos, estén alegres; sigan progresando; anímense; tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. [12] Salúdense los unos a los otros con el beso santo. [13] Les saludan todos los santos. [14] La gracia de Cristo Jesús, el Señor, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.

[14] Pablo acaba su carta reafirmando su autoridad. Jesús había hablado de un doble testimonio de los apóstoles y del Espíritu Santo, que sería la base de la evangelización. Del mismo modo aquí Pablo pone fin a su defensa apelando a un discernimiento que será obra del Espíritu: examínense, pruébense. Esta pauta vale para la Iglesia a todo nivel; no podemos resolver los conflictos o decidir nuestras orientaciones únicamente con argumentos y votos. Necesariamente, al lado de la reflexión, tendrá que haber tiempo para el silencio, la oración verdadera y la escucha frente a la palabra de Dios. Fijémonos en la fórmula trinitaria de 13,14.

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