2-Corintios 6, 1 - 18

[1] Somos, pues, los ayudantes de Dios, y ahora les suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han recibido. [2] Dice la Escritura: En el momento fijado te escuché, en el día de la salvación te ayudé. Este es el momento favorable, éste es el día de la salvación.

LAS PRUEBAS DE UN APÓSTOL

[3] Nos preocupamos en toda circunstancia de no dar a otro ningún pretexto para criticar nuestra misión; [4] al contrario, de mil maneras demostramos ser auténticos ministros de Dios que lo soportan todo: las persecuciones, las privaciones, las angustias, [5] los azotes, las detenciones, las oposiciones violentas, las fatigas, las noches sin dormir y los días sin comer. [6] Se ve en nosotros pureza de vida, conocimiento, espíritu abierto y bondad, con la actuación del Espíritu Santo y el amor sincero, [7] con las palabras de verdad y con la fuerza de Dios, con las armas de la justicia, tanto para atacar como para defendernos. [8] Unas veces nos honran y otras nos insultan; recibimos tanto críticas como alabanzas; pasamos por mentirosos, aunque decimos la verdad; [9] por desconocidos, aunque nos conocen. Nos dan por muertos, pero vivimos; se suceden los castigos, pero no somos ajusticiados; [10] nos tocan mil penas, y permanecemos alegres. Somos pobres, y enriquecemos a muchos, no tenemos nada, y lo poseemos todo. [11] Corintios, les hablo con franqueza; les abro mi corazón. [12] En mí no falta lugar para acogerlos, pero en ustedes todo es estrecho. [13] Páguennos con la misma moneda. Les hablo como a hijos; sean más abiertos.

NINGÚN COMPROMISO CON EL MAL

[14] No se junten con los que rechazan la fe: es cosa absurda. ¿Podrían unirse la justicia y la maldad? ¿Podrían convivir la luz y las tinieblas? [15] ¿Podría haber armonía entre Cristo y Satanás? ¿Qué unión puede haber entre el que cree y el que ya no cree? [16] ¿Qué tiene que ver el Templo de Dios con los ídolos? Nosotros somos el Templo del Dios vivo. Dios lo dijo: Habitaré y viviré en medio de ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. [17] Por eso, salgan de en medio de ellos y apártense, dice el Señor. No toquen nada impuro y yo los miraré con agrado. [18] Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos e hijas, dice el Señor, Dueño del universo.

[3] Un signo distintivo del apóstol de Cristo es el contraste entre el tesoro que le ha sido confiado para los demás y su propia existencia, tan poco envidiable y envidiada. Al igual que Jesús él es una señal de contradicción. Pablo recuerda lo que debe sufrir, pero no puede ocultar su orgullo y su convicción, cuando dice: enriquecemos a muchos y lo poseemos todo. El elocuente llamado que comienza en los versículos 11-13 continúa en 7,2-16. Allí encontraremos el respectivo comentario.

[14] Este pasaje interrumpe el hilo del discurso. La continuación de 6,13 está en 7,2. ¿Qué querrá decir esa repentina invitación a no mezclarse con los incrédulos? En su «primera» carta a los Corintios (1 Cor 5,9), Pablo se refería a un mensaje anterior en el que les prohibía la convivencia con los pecadores. Muy posiblemente tenemos aquí este párrafo, escrito antes que nuestras «cartas a los corintios», que alguien habría insertado después en este lugar. El mismo Pablo interpretó esas líneas en 1 Cor 5,10 cuando dijo: «No les dije que evitaran a los pecadores de este mundo (porque en ese caso deberían salirse del mundo), sino que evitaran a los hermanos que han vuelto a sus costumbres paganas».

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