Hechos 25, 1 - 27

JUICIO ANTE EL GOBERNADOR FESTO

[1] Tres días después de su llegada a la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén. [2] Allí los jefes de los sacerdotes y las autoridades de los judíos volvieron a acusar a Pablo. Insistieron, [3] y pidieron a Festo, como un favor, que lo trajera a Jerusalén, pues ellos todavía planeaban matarlo en el camino. [4] Festo les respondió que Pablo estaba bajo custodia en Cesarea y que él volvería muy pronto allá. [5] «Los que entre ustedes tienen más autoridad, les dijo, bajen conmigo a Cesarea; y si ese hombre hizo algo condenable, presentarán sus acusaciones.» [6] Festo no permaneció en Jerusalén más de ocho o diez días y luego volvió a Cesarea. Al día siguiente se sentó en el tribunal y mandó llamar a Pablo. [7] Apenas se presentó, los judíos que habían bajado de Jerusalén lo acosaron con numerosas y graves acusaciones. Pero no podían probar lo que alegaban. [8] Pablo se defendió diciendo: «Yo no he cometido ninguna falta contra la Ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra el César.» [9] Entonces Festo, que quería ganarse la amistad de los judíos, preguntó a Pablo: «Si soy yo el que te va a juzgar, ¿quieres subir a Jerusalén?» [10] Pablo contestó: «Estoy ante el tribunal del César; ahí debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú muy bien sabes. [11] Si he cometido algún delito que merezca la muerte, acepto morir. Pero si no he hecho nada de lo que me acusan, nadie tiene derecho a entregarme a ellos. Apelo al César.» [12] Entonces Festo, después de hablar con su consejo, decidió: «Has apelado al César; al César irás.» [13] Transcurridos unos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y su hermana Berenice para saludar a Festo. [14] Permanecieron allí algún tiempo, y Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: «Tenemos aquí a un hombre que Félix dejó preso. [15] Cuando estuve en Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron quejas contra él y me pidieron que lo condenara. [16] Yo les contesté que los romanos no acostumbran entregar a un hombre sin que haya tenido la oportunidad de defenderse de los cargos en presencia de sus acusadores. [17] Vinieron, pues, conmigo y, sin demora, me senté al día siguiente en el tribunal y mandé traer al hombre. [18] Se presentaron los acusadores, pero no lo demandaron por ninguno de los delitos que yo sospechaba. [19] Sólo tenían contra él cuestiones referentes a sus creencias y a un cierto Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive. [20] Como yo me perdía en esos asuntos, le pregunté si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí sobre esas cosas. [21] Pero Pablo apeló y pidió que el sumario lo hiciera el tribunal del emperador. Entonces ordené que lo mantuvieran bajo custodia hasta que pueda enviarlo al César.» [22] Agripa le dijo: «Me gustaría escuchar a ese hombre.» Festo le contestó: «Mañana lo oirás.» [23] Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran pompa, y entraron en la sala de la audiencia acompañados por los jefes militares y las autoridades de la ciudad. Festo ordenó que trajeran a Pablo [24] y dijo: «Rey Agripa, y todos los presentes: aquí tienen al hombre contra quien toda la comunidad de los judíos ha venido a reclamarme, tanto en Jerusalén como aquí, pidiendo a gritos que no lo dejara con vida. [25] Yo, por mi parte, me convencí de que no había hecho nada digno de muerte, y como él mismo apelaba al emperador, decidí enviárselo. [26] Pero todavía no tengo nada seguro para escribir a nuestro soberano respecto a él, y por eso lo presento aquí ante ustedes, y especialmente ante ti, rey Agripa, para que pueda escribir algo cuando se esclarezcan un poco más las cosas. [27] Porque me parece absurdo enviar a un detenido sin señalar los cargos en su contra.»

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