Mateo 3

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JUAN BAUTISTA ANUNCIA LA VENIDA DE JESÚS(Mc 1,1; Lc 3,1; Jn 1,19)
[1] Por aquel tiempo se presentó Juan Bautista y empezó a predicar en el desierto de Judea; [2] éste era su mensaje: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está cerca.» [3] Es a Juan a quien se refería el profeta Isaías cuando decía: Una voz grita en el desierto: Preparen un camino al Señor; hagan sus senderos rectos. [4] Además de la piel que llevaba colgada de la cintura, Juan no tenía más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. [5] Venían a verlo de Jerusalén, de toda la Judea y de la región del Jordán. [6] Y junto con confesar sus pecados, se hacían bautizar por Juan en el río Jordán. [7] Juan vio que un grupo de fariseos y de saduceos habían venido donde él bautizaba, y les dijo: «Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del castigo que se les viene encima? [8] Muestren los frutos de una sincera conversión, pues de nada les sirve decir: "Abrahán es nuestro padre". [9] Yo les aseguro que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán aún de estas piedras. [10] El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego. [11] Yo los bautizo en el agua, y es el camino a la conversión. Pero después de mí viene uno con mucho más poder que yo, - yo ni siquiera merezco llevarle las sandalias - él los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego. [12] Ya tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus bodegas, mientras que la paja la quemará en el fuego que no se apaga.

» JESÚS RECIBE EL BAUTISMO DE JUAN (Mc 1,9; Lc 3,21; Jn 1,29) [13] Por entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste lo bautizara. [14] Juan quiso disuadirlo y le dijo: «¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti.» [15] Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo respetaremos el debido orden.» Entonces Juan aceptó. [16] Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él. [17] Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido.»
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[1] Ya dijimos en la Introducción que el verdadero comienzo del evangelio es la predicación de Juan Bautista. Aquí Mateo compara a Jesús y a Juan, el bautismo de Juan y el bautismo de Jesús. Ver el comentario de Mc 1,1 y de Lc 3.


[13] Al juntarse con los que iban a recibir el bautismo de Juan, Jesús se identifica con su pueblo, más precisamente con ese mundo de personas sin título que han ido a escuchar un llamado a la conversión. Respetaremos el debido orden (15) El texto dice: "cumpliremos la justicia", es decir, el plan de salvación establecido por Dios. Esta es para él la oportunidad de vivir una profunda experiencia religiosa que recuerda la de los grandes profetas. ¿Qué dice la voz? Le da a Jesús su misión: él será en adelante el Hijo y Servidor del Padre (Sal 2 e Is 42,1).

4.[1] Este suceso es comentado en parte en el evangelio de Lucas 4,1-13.Jesús es pues «Hijo de Dios», en el sentido que tenía la palabra en ese tiempo: acaba de ser consagrado como rey, profeta y salvador, y él lo sabe. ¿Pero cómo va a ser eso y cómo va a actuar Dios con respecto a este hijo? Esto es lo que va a ser cuestionado y que se esclarecerá poco a poco. La prueba va a estar presente a lo largo de todo el ministerio de Jesús: sus adversarios irán a pedirle señales, milagros, y sus propios discípulos le pedirán que se preocupe un poco más de sí mismo. Esa prueba permanente es la que el evangelio nos presenta aquí por medio de imágenes. Y pone de propósito esa tentación en el desierto y al comienzo, para decirnos que Jesús venció al espíritu del mal incluso antes de comenzar su misión. Después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches. Ese período de tiempo de cuarenta días (que representa simbólicamente las cuarenta semanas que pasa el niño en el seno de su madre, y la preparación para un nuevo nacimiento) se encontró ya en la vida de Moisés y de Elías: Ex 24,18 y 1Re 19,8. Ese ayuno es para Jesús lo que había sido para Abrahán el pedido de sacrificar a su hijo, y para Moisés la rebelión del pueblo sediento o el asunto del ternero de oro. En un momento de total lucidez, cuando Jesús se sentía espiritualmente fortalecido por su ayuno, el diablo trató de convencerlo de que era imposible cumplir su misión con los medios que Dios le proponía. Cosa extraña, el Evangelio nos presenta este encuentro entre Jesús y el tentador (pues eso quiere decir Diablo) como una discusión entre maestros de la Ley basándose en textos bíblicos, sin duda para hacernos sentir que hasta los mismos textos bíblicos pueden engañarnos si nos falta el espíritu de obediencia a Dios. Las tres tentaciones recuerdan a las del pueblo hebreo en el desierto (Ex 16,2; Ex 17,1; Ex 32). En las aguas de Meriba murmura contra Dios que lo lleva por un camino difícil; luego, pone a prueba a Dios: "¿Podrá hacer algo por nosotros?" Y por último, cambia a Dios, su gloria, por otro dios que se ha fabricado a su medida: el ternero de oro. Y Jesús responde citando tres textos del Deuteronomio, un libro que se detiene largamente en las rebeliones del pueblo de Dios en el desierto. La perfectas obediencia del Hijo se opone a las infidelidades del pueblo. Jesús sale vencedor de la prueba, pero después de él también la Iglesia deberá afrontar esas tentaciones. Puede ser tentada de satisfacer los deseos de los hombres en vez de ofrecerles la verdadera salvación. Jesús nos enseña a ser fuertes frente a las astucias del diablo, sirviéndonos igual que él de la palabra de Dios. Se acercaron los ángeles... Después de rechazar la tentación, Jesús encuentra una plenitud. Su corazón limpio le da acceso a un mundo espiritual que existe realmente tal como los seres y las cosas que nos rodean, pero que escapa a la mirada del hombre. Ahí, siendo El Hijo, es rey entre los espíritus servidores de su Padre (Heb 1).


[17] El reino de los Cielos está ahora cerca. En aquel tiempo los judíos no pronunciaban el nombre de Dios, sino que acostumbraban designarlo con la expresión «Los Cielos» (ver com. en 5,1) El reino de los Cielos es el reino de Dios. Dios viene para reinar entre nosotros, lo que significa que desde ahora recibimos la salvación definitiva. Renuncien a su mal camino. El texto pone una palabra que puede traducirse: arrepiéntanse, o: conviértanse. Pues significa un vuelco en la manera de pensar y de actuar. Se trata de tomar otro camino (ver com. de Mc 1,14). esto, sin embargo, puede entenderse de mil maneras. En boca de Juan Bautista significaba: apártense de sus vicios. Pero Jesús mostrará que esa renovación de toda la vida procede de un cambio interior, y éste es la obra del Espíritu en nosotros.

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