Lucas 14


[1] Un sábado Jesús fue a comer a la casa de uno de los fariseos más importantes, y ellos lo observaban. [2] Por casualidad había delante de él un hombre que sufría de hinchazón. [3] Jesús preguntó a los maestros de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido por la Ley curar en día sábado o no?» [4] Pero ninguno respondió. Jesús entonces se acercó al enfermo, lo curó y lo despidió. [5] Después les dijo: «Si a uno de ustedes se le cae su burro o su buey en un pozo en día sábado, ¿acaso no va en seguida a sacarlo?» [6] Y no pudieron contestarle.

LOS PRIMEROS ASIENTOS
[7] Jesús notó que los invitados trataban de ocupar los puestos de honor, por lo que les dio esta lección: [8] «Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no escojas el mejor lugar. Puede ocurrir que haya sido invitado otro más importante que tú, [9] y el que los invitó a los dos venga y te diga: Deja tu lugar a esta persona. Y con gran vergüenza tendrás que ir a ocupar el último lugar. [10] Al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar y así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, ven más arriba. Esto será un gran honor para ti ante los demás invitados. [11] Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.» [12] Jesús dijo también al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una comida, no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos, porque ellos a su vez te invitarán a ti y así quedarás compensado. [13] Cuando des un banquete, invita más bien a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. [14]¡Qué suerte para ti, si ellos no pueden compensarte! Pues tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.

» LOS INVITADOS QUE SE EXCUSAN
[15] Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo: «Feliz el que tome parte en el banquete del Reino de Dios.» [16] Jesús respondió: «Un hombre dio un gran banquete e invitó a mucha gente. [17] A la hora de la comida envió a un sirviente a decir a los invitados: «Vengan, que ya está todo listo.» [18] Pero todos por igual comenzaron a disculparse. El primero dijo: «Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes.» [19] Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes.» [20] Y otro dijo: «Acabo de casarme y por lo tanto no puedo ir.» [21] Al regresar, el sirviente se lo contó a su patrón, que se enojó. Pero dijo al sirviente: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad y trae para acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos.» [22] Volvió el sirviente y dijo: «Señor, se hizo lo que mandaste y todavía queda lugar.» [23] El patrón entonces dijo al sirviente: «Vete por los caminos y por los límites de las propiedades y obliga a la gente a entrar hasta que se llene mi casa. [24] En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete.

» LO QUE CUESTA SEGUIR A JESÚS
[25] Caminaba con Jesús un gran gentío. Se volvió hacia ellos y les dijo: [26] «Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. [27] El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío. [28] Cuando uno de ustedes quiere construir una casa en el campo, ¿no comienza por sentarse y hacer las cuentas, para ver si tendrá para terminarla? [29] Porque si pone los cimientos y después no puede acabar la obra, todos los que lo vean se burlarán de él [30] diciendo: ¡Ese hombre comenzó a edificar y no fue capaz de terminar! [31] Y cuando un rey parte a pelear contra otro rey, ¿no se sienta antes para pensarlo bien? ¿Podrá con sus diez mil hombres hacer frente al otro que viene contra él con veinte mil? [[32]] Y si no puede, envía mensajeros mientras el otro está aún lejos para llegar a un arreglo. [33] Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío. [34] La sal es una cosa buena, pero si la sal deja de ser sal, ¿con qué se la salará de nuevo? [35] Ya no sirve para el campo ni para estiércol; se la tirará fuera. Escuchen, pues, si tienen oídos.»


[7] Aquí Jesús desarrolla un proverbio de la Biblia que nos invita a ser modestos en las reuniones sociales (Pro 25,6-7). Esta es la actitud que conviene a los hijos e hijas de Dios. En cualquier sector de la actividad humana, dejemos que otros busquen el primer lugar, atropellando a los demás; Dios sabe ascender a los humildes y colocarlos donde mejor le convenga. Además, cuando lleguemos arriba, habrá cambios en los primeros puestos y no es seguro que pasaremos antes que tal o cual de nuestros compañeros que no iban a Misa o a los que solíamos criticar. El que fue Papa, o «católico» eminente, podrá ser menos que la viejita que vendía el periódico.


[12] Cada uno busca la compañía de los que están más arriba, pues se considera que se saca mayor provecho al relacionarse con el superior que con el inferior. Incluso se considera principio de buena educación enseñar a los niños a que se aparten de sus compañeros que no tienen «buenos modales» o, para decir la verdad, que no los ayudarán a ubicarse mejor en la sociedad.La advertencia de Jesús apunta a una de las principales causas de la injusticia. La culpa la compartimos todos nosotros que decidimos con quiénes nos conviene más convivir; de ahí que cada cual se cuelga del que está en el peldaño superior, dejando siempre aislados y desamparados a los más débiles. Sería un espectáculo extraño ver a los funcionarios prestar más atención a los mal vestidos, o ver que los barrios pobres reciban alumbrado y agua antes que el sector residencial, o que los médicos fueran a ejercer al campo.


LAS DISCULPAS
[15] En varios lugares del Antiguo Testamento se hablaba del banquete que Dios ofrecería a la gente buena cuando viniera a establecer su Reino. Jesús, a su vez, desarrolló este tema, porque el banquete representa la «comunión de los santos» (la comunión de los que viven del Reino). La presente parábola se parece mucho a la que nos cuenta Mateo (Mt 22,1).Feliz el que tome parte en el banquete del Reino de Dios, dice el interlocutor de Jesús. Tal vez no sospecha que para participar en la fiesta eterna es necesario responder hoy al llamado de Dios que nos invita a construir un mundo más fraterno. No comerá con los demás, en el Reino de Dios, el que se desliga hoy de sus hermanos.Se nos dicen los motivos por los que los invitados no responden al llamado del Señor cuando los llama a entrar en un mundo solidario junto con él. Compré campos..., acabo de casarme... Todas esas razones son buenas, por supuesto, pero de este modo los intereses económicos de la familia paralizan nuestros compromisos comunitarios y nos dejan a la puerta del banquete. Si no somos muy exigentes con nosotros mismos, nos dejaremos tomar por las pautas del juego social y dejaremos de buscar «el Reino y la Justicia de Dios».Trae para acá a los pobres..., oblígalos a entrar a mi Iglesia, oblígalos también a ocupar en la sociedad el lugar que les corresponde. Pues para mantener en el mundo las aspiraciones por la paz y la justicia, para despertar la conciencia de esos «buenos» que son demasiado cómodos, Dios cuenta con los pobres y los marginados.


[25] Jesús piensa en los que, después de entusiasmarse por él y dejar sus ambiciones para dedicarse a la obra del Evangelio, se volverían atrás, buscando una vida más «normal» y más segura, según las normas del hombre común. Jesús necesita discípulos que se comprometan de una vez.El que no se desprende. El texto dice "el que no odia", pero este verbo tiene un uso mucho más amplio que nuestro "odiar", y muchas veces designa la persona que uno pospone, o la cosa que se dejó por otra más querida (ver Lc 16,13).De su padre y madre...Esto está también en Mt 10,37. Lucas añade: de su mujer. A algunos Jesús les pide que se alejen de los suyos y de los problemas familiares. A todos les muestra que nunca serán libres para responder a los llamados de Dios, si se niegan a considerar en forma totalmente nueva los lazos familiares, el uso de su tiempo y las horas que sacrifican a la convivencia con los de su ambiente.¿Por qué esta comparación con el rey que va a la guerra?(31). Porque el que se libera para la labor del Evangelio es, en realidad, un rey al que Dios tratará en forma regia (ver Mc 10,30). Pero también debe saber que la lucha es contra el «dueño de este mundo», el demonio, quien lo tratará de parar con mil pruebas y trampas inesperadas. De no haberse entregado totalmente, el discípulo llegaría con toda certeza a una quiebra, y sería mucho peor que no haber empezado.


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