Marcos 6

¿NO ES ÉSTE EL CARPINTERO? (MT 13,53; LC 4,16)

[1] Al irse Jesús de allí, volvió a su tierra, y sus discípulos se fueron con él. [2] Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor. Se preguntaban: «¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos? [3] Pero no es más que el carpintero, el hijo de María; es un hermano de Santiago, de Joset, de Judas y Simón. ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?» Se escandalizaban y no lo reconocían. [4] Jesús les dijo: «Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre su parentela y en su propia familia.» [5] Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. [6] Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer.

JESÚS ENVÍA A LOS DOCE (MT 10,1; LC 9,1; 10,1) Jesús recorría todos los pueblos de los alrededores enseñando. [7] Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos. [8] Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero; [9] que llevaran calzado corriente y un solo manto. [10] Y les decía: «Quédense en la primera casa en que les den alojamiento, hasta que se vayan de ese sitio. [11] Y si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, no se alejen de allí sin haber sacudido el polvo de sus pies: con esto darán testimonio contra ellos.» [12] Fueron, pues, a predicar, invitando a la conversión. [13] Expulsaban a muchos espíritus malos y sanaban a numerosos enfermos, ungiéndoles con aceite.

LA MUERTE DE JUAN BAUTISTA (MT 14,1; LC 9,7; 3,19)

[14] El rey Herodes oyó hablar de Jesús, ya que su nombre se había hecho famoso. Algunos decían: «Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él poderes milagrosos.» [15] Otros decían: «Es Elías», y otros: «Es un profeta como los antiguos profetas». [16] Herodes, por su parte, pensaba: «Debe de ser Juan, al que le hice cortar la cabeza, que ha resucitado.» [17] En efecto, Herodes había mandado tomar preso a Juan y lo había encadenado en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado. [18] Pues Juan le decía: «No te está permitido tener a la mujer de tu hermano.» [19] Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía, [20] pues Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo. [21] Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día de su cumpleaños, dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los personajes principales de Galilea. [22] En esa ocasión entró la hija de Herodías, bailó y gustó mucho a Herodes y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» [23] Y le prometió con juramento: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» [24] Salió ella a consultar a su madre: «¿Qué pido?» La madre le respondió: «La cabeza de Juan el Bautista.» [25] Inmediatamente corrió a donde estaba el rey y le dijo: «Quiero que ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.» [26] El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había comprometido con juramento delante de los invitados. [27] Ordenó, pues, a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la cabeza. [28] Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se la pasó a su madre. [29] Cuando la noticia llegó a los discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron.

JESÚS, PASTOR Y PROFETA

[30] Al volver los apóstoles a donde estaba Jesús, le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. [31] Jesús les dijo: «Vámonos aparte, a un lugar retirado, y descansarán un poco.» Porque eran tantos los que iban y venían que no les quedaba tiempo ni para comer. [32] Y se fueron solos en una barca a un lugar despoblado. [33] Pero la gente vio cómo se iban, y muchos cayeron en la cuenta; y se dirigieron allá a pie. De todos los pueblos la gente se fue corriendo y llegaron antes que ellos. [34] Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles largamente.

LA PRIMERA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES (MT 14,13; LC 9,10; JN 6,1)

[35] Se había hecho tarde. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: «Estamos en un lugar despoblado y ya se ha hecho tarde; [36] despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los pueblos más cercanos y se compren algo de comer.» [37] Jesús les contestó: «Denles ustedes de comer.» Ellos dijeron: «¿Y quieres que vayamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para dárselo?» [38] Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver.» Volvieron y le dijeron: «Hay cinco, y además hay dos pescados.» [39] Entonces les dijo que hicieran sentar a la gente en grupos sobre el pasto verde. [40] Se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta. [41] Tomó Jesús los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Asimismo repartió los dos pescados entre todos. [42] Comieron todos hasta saciarse; [43] incluso se llenaron doce canastos con los pedazos de pan, sin contar lo que sobró de los pescados. [44] Los que habían comido eran unos cinco mil hombres.

JESÚS CAMINA SOBRE LAS AGUAS (MT 14,22; JN 6,16)

[45] Inmediatamente Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo fueran a esperar a Betsaida, en la otra orilla, mientras él despachaba a la gente. [46] Jesús despidió, pues, a la gente, y luego se fue al cerro a orar. [47] Al anochecer, la barca estaba en medio del lago y Jesús se había quedado solo en tierra. [48] Jesús vio que sus discípulos iban agotados de tanto remar, pues el viento les era contrario, y antes de que terminara la noche fue hacia ellos caminando sobre el mar, como si quisiera pasar de largo. [49] Al verlo caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, [50] pues todos estaban asustados al verlo así. Pero Jesús les habló: «Animo, no teman, que soy yo.» [51] Y subió a la barca con ellos. De inmediato se calmó el viento, con lo cual quedaron muy asombrados. [52] Pues no habían entendido lo que había pasado con los panes, tenían la mente cerrada. [53] Terminada la travesía, llegaron a Genesaret y amarraron allí la barca. [54] Apenas se bajaron, la gente lo reconoció, [55] y corrieron a dar la noticia por toda aquella región. Empezaron a traer a los enfermos en sus camillas al lugar donde él estaba, [56] y en todos los lugares adonde iba, pueblos, ciudades o aldeas, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que les dejara tocar al menos el fleco de su manto. Y todos los que lo tocaban quedaban sanos.





[1] Los hermanos de Jesús son sus parientes y paisanos de Nazaret (ver el comentario de 3,31) Como Jesús nunca hizo cosas extraordinarias entre ellos, se extrañaban de lo que se decía de su actuación en otros lugares y de que ya fuera famoso. Creían conocerlo, pero en realidad no lo conocían: la mayoría de las veces uno cree conocer a sus prójimos pero no es así. ¿De dónde le viene todo esto? ¿Habrá que pensar que Jesús fue a algún lugar lejano a aprender el arte de hacer milagros? Véase la respuesta en el comentario de Mt 2,21.¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido? Hay quienes dicen: Puesto que Cristo era Dios, lo sabía todo. Pero la ciencia divina no es menos que Dios mismo. El conoce todo a la vez, en un instante único que no pasa y que llamamos eternidad. Los hombres, en cambio, piensan con ideas y su pensamiento se va desarrollando con el tiempo. Por eso Jesús, desde que nació, tuvo que experimentar y descubrir todo. Sólo que desde el principio fue consciente de ser el Hijo, aunque todavía no tuviera palabras para expresarlo.

Jesús recibió toda su educación humana de María, de José y de sus paisanos de Nazaret. De ellos recibió la Biblia y la cultura de su pueblo. Pero también el Padre le comunicaba su Espíritu para que experimentara la verdad de Dios en todas las cosas. Lo importante, tanto para él como para nosotros, no era leer mucho ni acumular experiencias, sino ser capaz de valorar todo lo que le ocurría. La sabiduría de Jesús salía de él mismo y, en lo más profundo de su ser, la inexpresable sabiduría eterna se volvía evidencia y certeza para nombrar y para juzgar tanto el actuar de Dios como las acciones de los hombres. Pero no por eso Jesús conocía el porvenir y obraba milagros. Estos dones que Dios concede a sus profetas, se los comunicó en plenitud a Jesús en el momento del bautismo de Juan.

Pero no es más que el carpintero (3). El evangelio utiliza un término que tiene un significado muy amplio: «artesano», el que hacía esas cosas sencillas que necesitaba la gente del campo. Pero ya los primeros cristianos de Palestina decían que Jesús había sido carpintero.

Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra... Durante el tiempo en que Jesús vivió en medio de ellos, nunca manifestó algún don especial, y tal vez no lo habían designado para ningún cargo en la comunidad de la sinagoga. Si desde ya muchos años se habían acostumbrado a tratarlo como a uno de tantos, ¿cómo le iban a demostrar ahora respeto o fe?


LA MISION

[7] La misión: Ver comentario en Mt 10,5; Lc 10,1. Empieza la tercera etapa del ministerio de Jesús: organiza una misión por toda la provincia. Hasta entonces los apóstoles habían actuado al lado de Jesús, pero ahora los envía delante de él. Jesús es un educador. No le basta con enseñar a sus seguidores, sino que les exige que cooperen en su propio trabajo. Los apóstoles deben proclamar su fe y obrar curaciones como su Maestro, expresando en forma sencilla lo que han descubierto del Reino de Dios. Los apóstoles deben ser los primeros en creer lo que proclaman: Dios se hizo presente. Por eso se obligan a vivir al día, confiados en la Providencia del Padre. No deben acobardarse en el momento de predicar, sino ser conscientes de su misión y de su poder. El aceite se usaba en ese tiempo como remedio; más allá del bienestar, las mejorías serán el signo de una curación espiritual, la del hombre que se reconcilió con Dios. Jesús ya se preocupa por formar comunidades. Envía a sus discípulos de dos en dos, para que su palabra no sea la de un hombre solo, sino la expresión de un grupo unido en un mismo proyecto. También les pide que se queden fijos en una casa, que se hospeden en una familia, que será el centro desde donde se irradiará la fe.


[14] El rey Herodes tenía respeto a Juan, pero era prisionero de su ambiente y de sus vicios. Como rey de Galilea, su mala conducta constituía un mal ejemplo público. A lo largo de la Biblia vemos cómo los profetas señalan la responsabilidad particular de los que detentan el poder: si tienen que guiar al pueblo, deben ser, desde luego, un ejemplo por la rectitud de su vida. Juan Bautista no podía hablar de justicia sin reprochar a Herodes su infidelidad. El rey Herodes. Se trata de Herodes Antipas, hijo del Herodes que reinaba cuando nació Jesús. Decían: es Juan Bautista que ha resucitado. Consideraban a Juan un mártir y pensaban que resucitaría para castigar a Herodes. Unos asociaban a Jesús y a Juan: Jesús hacía los milagros que Juan no había obrado. Otros, menos informados, podían pensar que Jesús era una reaparición de Juan.



[30] Los apóstoles están cansados. Al final de esa misión necesitan descansar y a la vez hacer un recuento de sus experiencias. Porque Jesús no los instruye sólo con la palabra, sino que los forma ayudándoles a reflexionar sobre lo que hicieron y lo que vieron. Eran tantos los que iban y venían (31) Posiblemente, después del paso de los apóstoles por los pueblos de Galilea, era mucha la gente que quería conocer al que los había enviado, y llegaban donde Jesús. Sintió compasión de ellos. El Antiguo Testamento manifestaba la compasión de Dios, Padre de su pueblo, pero hasta que no viniese a compartirlo todo con nosotros, faltaba algo. Ahora Dios ya no habla desde arriba, sino que se hace pobre entre los pobres en la persona de Jesús, comulgando con su vida, sus sufrimientos y su esperanza. Estaban como ovejas sin pastor. (Núm 27,17; Is 40,1 ; Ez 34; Za 11,4-17; 12,8). Se trata de personas que no han encontrado todavía una verdadera comunidad y Jesús siente compasión por ellas. El profeta Ezequiel reprochaba a los responsables de Israel que se comportaban como malos pastores; también podría reprocharnos hoy día que no somos pastores ni profetas en medio de nuestro mundo. ¿Por qué tan a menudo esperamos a que los sacerdotes, las religiosas o algunos laicos cuidadosamente escogidos tomen la iniciativa de formar nuevas comunidades? ¿Por qué somos tan tímidos para proponer a «los que están fuera» la luz de la fe que hemos recibido gratuitamente y permitirles así que descubran en equipo, en comunidad, esta riqueza? Y se puso a enseñarles largamente. ¿Qué les decía? Todo lo que hace al Evangelio. Con sus dones proféticos, Jesús penetraba en las conciencias y mostraba a cada uno dónde estaba su verdadero problema. Hablando como los profetas, nunca los encerraba en su problema personal: su propia superación iba a la par con una renovación de su ambiente. Los veía abrumados de dificultades, pero les levantaba el ánimo mostrándoles «signos de esperanza». En cualquier situación hay algo que podemos hacer para levantarnos. Y, antes de que empecemos, ya dispuso Dios algunos signos de que no nos abandona y que debemos confiar totalmente en él.





[35] De la boca de Dios sale el pan, dice la Biblia, y también la Palabra que necesitamos ( Deut 8,3). Jesús, al dar el pan, demuestra que sus palabras son de Dios. Jesús se presenta como Pastor en medio de sus ovejas. Varios detalles del relato, comparados con algunas páginas del Antiguo Testamento, nos ayudan a descubrir en Jesús al Pastor anunciado por los profetas: Dios da pan a su pueblo: Ex 16; Sal 72,16; Sal 81,17; Sal 132,15; 147,14.Lo que sale de la boca de Dios: Deut 8,3; Sab 16,26; Mt 4,4.Se sientan en el pasto verde (Sal 23) y todos quedan satisfechos (Sal 78,29). La muchedumbre sentada para comer es la imagen de la humanidad que Jesús reunirá en el banquete fraternal del Reino (Lc 14,15).Levantó los ojos al cielo (41). Este gesto de Jesús expresa su relación personal con el Padre, reemplazando cualquier oración que santos o profetas habrían hecho en tal caso. De Dios viene el pan, pues ha puesto en la tierra todo lo que necesita la humanidad para su alimento y para su desarrollo, pero los problemas de una distribución equitativa son tan complejos como la naturaleza humana, y ningún sistema puede solucionarlos hasta que no aprendamos a escuchar la palabra de Dios. A quienes la escuchan les enseña a construir un mundo de justicia, de paz y de pan compartido. Jesús sintió compasión de aquella multitud, de la que sus gobernantes se preocupaban muy poco. Toda aquella gente le había escuchado durante largo tiempo sin inquietarse lo más mínimo por su comida; él, a su vez, siendo el Pastor y el Pan verdadero, les dio el pan y lo distribuyó. El Evangelio de Juan comenta este milagro: Jesús es el pan que necesita la humanidad (Jn 6).


[45] Jesús los obligó a que subieran a la barca. ¿Por qué? El evangelio de Juan nos explica el motivo (Jn 6,15). Porque la gente, entusiasmada por el milagro, quería proclamar a Jesús rey y libertador enviado por Dios. Y los mismos apóstoles estaban dispuestos a tal proclamación. Tenían la mente cerrada (52). En realidad estos hombres habían entendido muy bien el significado de la multiplicación del pan: Jesús era el Pastor prometido por Dios. Pero todo lo interpretaban en un sentido político; la liberación prometida por Dios debía ser una liberación nacional.

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