Santiago 2, 1 - 26

TRATAR IGUAL A POBRES Y A RICOS

[1] Hermanos, si realmente creen en Jesús, nuestro Señor, el Cristo glorioso, no hagan diferencias entre personas. [2] Supongamos que entra en su asamblea un hombre muy bien vestido y con un anillo de oro y entra también un pobre con ropas sucias, [3] y ustedes se deshacen en atenciones con el hombre bien vestido. Le dicen: «Tome este asiento, que es muy bueno», mientras que al pobre le dicen: «Quédate de pie», o bien: «Siéntate en el suelo a mis pies». [4] Díganme, ¿no sería hacer diferencias y hacerlas con criterios pésimos? [5] Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman? [6] Ustedes, en cambio, los desprecian. Sin embargo, son los ricos quienes los aplastan a ustedes y los arrastran ante los tribunales. [7] ¿Y no son ellos los que blasfeman el glorioso nombre de Cristo que ha sido pronunciado sobre ustedes? [8] Obran bien cuando cumplen la Ley del Reino, tal como está en la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo. [9] Pero si hacen diferencias entre las personas, cometen pecado, y la misma Ley los denuncia como culpables. [10] Porque si alguien cumple toda la Ley, pero falla en un solo punto, es como si faltara en todo. [11] Pues el que dijo: No cometerás adulterio, dijo también: No matarás. Si, pues, no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la Ley. [12] Hablen, por tanto, y obren como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. [13] Habrá juicio sin misericordia para quien no ha sido misericordioso, mientras que la misericordia no tiene miedo al juicio.

LA FE SE DEMUESTRA CON LAS OBRAS

[14] Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe? [15] Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, [16] y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? [17] Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, muere solita. [18] Y sería fácil decirle a uno: «Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras. [19] ¿Tú crees que hay un solo Dios? Pues muy bien, pero eso lo creen también los demonios y tiemblan». [20] ¿Será necesario demostrarte, si no lo sabes todavía, que la fe sin obras no tiene sentido? [21] Abrahán, nuestro padre, ¿no fue reconocido justo por sus obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? [22] Ya ves que la fe acompañaba a sus obras, y por las obras su fe llegó a la madurez. [23] Esto es lo que recuerda la Escritura: Abrahán creyó en Dios, y por eso fue reconocido justo, y fue llamado amigo de Dios. [24] Entiendan, pues, que uno llega a la verdadera rectitud a través de las obras y no sólo por la fe. [25] Lo mismo pasó con Rahab, la prostituta: fue admitida entre los justos por sus obras, por haber dado hospedaje a los espías y porque los hizo partir por otro camino. [26] Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta.

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